domingo, 12 de febrero de 2012

Lo esencial es invisible a la vista.

La marea humana le rodeaba, pasaba a su lado, golpeándole constantemente, ajenos a su presencia. Únicamente preocupados por sus vidas, vidas de las cuales se creían amos y señores, creyendo tener todo bajo control. Ignorantes ante la mano férrea que controla sus cadenas y les hace bailar al son de la música.
Él caminaba sin cadena, libre, caminaba sin rumbo, moviendo sus pies al ritmo de otra melodía. Una melodía caótica y alegre, que animaba a saltar siguiendo el ritmo, una melodía marcada por los latidos de su corazón. Un corazón viejo que aún mantenía la llama de la juventud. Que rebotaba en el pecho, protestando por estar enjaulado, desando salir a la luz y conocer el mundo. Un corazón iluso e inocente, que no sabía que la luz era la mentira, era una luz artificial, creada por medio de un crisol de engaños. Modificada para que se amolde a la realidad que desean los de arriba. Era un corazón de niño, uno de esos corazones que aún no saben que la verdad se encuentra entre tinieblas.
La música vibraba en todo su ser, pero tenía demasiados años, demasiados errores cargados a la espalda y unas botas repletas del fango de la vida, que le hacían caminar con lentitud. Una lentitud que su mente aprovechaba para deleitarse con todos los sonidos que penetraban en sus oídos, analizándolos cuidadosamente, creando una imagen mental del mundo que sus ojos ya no podían ver, una imagen cargada de verdad y libre de cualquier influjo externo.
Se paró en seco, algo llamó su atención, el llanto de un chico.
Se acercó lentamente hacia él, escuchando cuidadosamente los melancólicos acordes que se propagaban desde su garganta. Oyó como las lágrimas repiqueteaban en el suelo, siendo absorbidas inmediatamente por la tierra reseca, perdiéndose entre las raíces del mundo.
No había duda, era un llanto sincero, no era por puro egoísmo, el joven era el candidato ideal. Se plantó frente a él y posándole la mano en el hombro le dijo:
-La oscuridad más insondable oculta el verdadero mensaje de la vida.
Y todo desapareció para el joven, el banco del parque donde estaba sentado, el extraño viejo que le había hablado, incluso el frío sol e invierno que iluminaba todo con su palidez. Ante él solo se extendía la oscuridad más profunda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario