martes, 17 de enero de 2012
Un punto y seguido
-¿Qué es lo que más echas de menos? Se giró y me miró a la cara, con esa mirada característica en la que siempre lograba atisbar un destello de curiosidad.
Me lo pensé durante unos instantes, no era una cosa tangible, era un cúmulo de sensaciones, momentos y recuerdos que para mi eran imposibles de expresar con palabras.
-Simplemente dime una acción, me dijo como si consiguiera vislumbrar mis dudas grabados a fuego sobre mis pupilas.
-Los besos, sin duda, esos besos suyos capaces de robarme el entendimiento y la razón. Eran momentos en los que nada podía preocuparme, solo estábamos ella y yo, el mundo dejaba de existir mientras me insuflaba un hálito de vida en el alma.
-¿Te arrepientes de algo? Formulaba la pregunta con un aire despreocupado, que me animaba a descargar el peso que cargaba sobre mis hombros y me impedía levantar el vuelo.
-De no haber aprendido más, de no haber sido capaz de mirar más allá de las cosas y conocer su verdadera esencia. Pero todo lo que hice, lo hice siguiendo un sueño. Perseguí mis anhelos forzando los límites, no me arrepiento de mis errores, aprendí de ellos. Aunque lo reconozco, quizás no aprendí a tiempo ni lo suficiente.
-Dime, ¿Cuál fue tu mayor sueño?, ¿por qué luchaste? Parecía conocerme mejor que yo mismo, leía en sus ojos que nada podía escapar a su examen, que lo único que me quedaba era confesar la verdad.
-Ella, no existió ningún anhelo que superara al de tenerla entre mis brazos, nada más importante que su felicidad, fui un egoísta, la ate con cadenas de plata a mí, de esas cadenas que se oxidan con el más mínimo chaparrón y queman la piel llegando hasta el corazón. Más tarde que pronto vi mi error y lo intente enmendar, solo espero que no sea demasiado tarde y ella cumpla mi sueño. Ser feliz.
-Debes volver, aún no ha llegado tu hora. Me interrumpió con una sonrisa.
Desperté en una habitación suavemente iluminada, estaba tumbado en una cama y mis huesos crujían y gritaban con cada inhalación, de repente mi cerebro volvió a la normalidad y recordé el accidente de coche. Aunque también recordaba algo más, aún conserva trazos de un sueño destinado a mantenerme intrigado hasta el día que vinieran a por mí para no volver jamás.
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