sábado, 30 de junio de 2012

La vereda del río.

Huyó, aquel día explotó toda su rabia, el odio arrasó los resquebrajados diques de su corazón. Mucha gente dijo que huyó porque no entendía el mundo, porque era un loco soñador que no quería encajar, yo creo que huyó porque el mundo no le entendía a él.

Se fue por el camino del río, paso a paso dejó atrás ese pequeño pueblo, escenario de su vida. No conocía otro lugar lejos de sus fronteras, pero a él no le preocupaba, conservaba en su haber su más preciada posesión, un pequeño libro de poemas.

Era joven cuando se fue, muchos aún le recuerdan como un niño, para otros era un muchacho inmaduro, para mí era simplemente él. Desde pequeño la melancolía marcó su carácter. Aunque era un joven de sonrisa fácil su corazón cargaba con el peso de miles de temores, miles de dudas que hacían tambalear la fina cuerda sobre la que discurrían sus pasos.

También se comentó que huyó intentando alejarse de los fantasmas del amor, yo sé que huyó con ellos. El caso es que huyó por el camino del río, dejando atrás la intolerancia de su pequeño pueblo, abriendo los horizontes al mundo. Recuerdo que le vi marchar, en sus ojos brillaba la llama de la esperanza.


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