sábado, 30 de junio de 2012

Dulce sinsentido, trágica condena.


Un ruido sordo,
un lamento mudo.
Dolor en silencio,
traición en invierno.

Su frío me acecha,
me sigue, me envuelve,
anuda sus brazos y me estrecha,
poco a poco se extiende.

El espejo ya no me mira,
su reflejo ya no me anima.
La metamorfosis comienza,
las garras son caricia.

Pensamientos envenenados,
anhelos enjaulados.
Cerrados con jaulas de hollín,
sellados bajo su carmín.

Se cual será mi condena,
pero mi alma es traicionera.
Mi espíritu afloja correa,
mi boca busca sus labios.

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