viernes, 11 de noviembre de 2011

Momentos sin mácula



La pequeña gota comenzó su caída hacia la tierra, instantes después otra la siguió animando al resto a saltar. En un momento el cielo se cubrió de una densa cortina de agua, el repiqueteo de las gotas inundo el aire y momentáneamente los sonidos de la ciudad fueron sustituidos por el rítmico martillear del cielo.
Gabriel se resguardó en un portal, mirando al cielo con una mueca sarcástica, primero se estropeaba el taxi, después su teléfono y ahora se ponía a llover. Definitivamente ese no era su día. Llegaba tarde, no le quedaba otra que echar a correr a pesar de que echaría a perder su traje, no podía esperar a que escampase, ya eran las diez.
Veinte minutos más tarde se encontraba frente al portal, extenuado y chorreando agua, llamó al telefonillo.
-¿Quién es?
-Soy yo.
-¿Quién es yo?
-Gabriel, contestó un poco molesto.
-Sube, que ya es hora le respondió la voz cargada de sarcasmo.
Gabriel entró y se dirigió al ascensor, “no funciona”, ni si quiera le extraño, esbozando una sonrisa irónica subió por las escaleras dejando el rellano inundado de agua. Cuando llego al quinto piso llamó a la puerta y espero apoyándose en la pared, cansado de la subida. El ruido de unos tacones le indicó que Celia se estaba acercando para abrir, se recompuso como pudo e intentó sonreír. Celia abrió, no tenía pinta de que se hubiese tomado muy bien el retraso de más de una hora.
-Lo siento… Gabriel comenzó una disculpa pero se vio interrumpido bruscamente por la risa de Celia.
-¡Vaya pintas!, dijo sin poder contener una carcajada. Entre aliviado y enfadado Gabriel entró en el piso, Celia aún sonreía de oreja a oreja cuando cerro la puerta, fue incapaz de enfadarse lo más mínimo, ella estaba deslumbrante con ese vestido y debía reconocerlo, cuando sonreía era la chica más guapa que jamás había visto. Se acercó a ella con la intención de abrazarla, pero le paró en seco.
-A mi ni te me acerques así, que me estropeas el vestido. Dijo con gesto serio.
Gabriel la ignoró y la agarró por la cintura, besándola tiernamente. Al principio se resistió, pero prácticamente al instante se rindió y le abrazo con fuerza, disfrutando del momento.
-¡Imbécil!, le dijo en cuanto se separaron, golpeándole afectuosamente en el brazo.
Se separaron por completo y ella le llevo a la habitación de la mano. Gabriel se dejo guiar, completamente hechizado. Poco a poco Celia desnudo a Gabriel mientras las caricias y los besos iban cobrando intensidad.
-Creo que al final no iremos al restaurante, le susurró Celia al oído mientras desabrochaba otro botón de la empapada camisa.
Gabriel sonrió y cogiéndola en brazos la llevo hasta la cama, lentamente la quito el vestido, deslizando los dedos por cada curva de su piel, cayendo en la tentación con cada centímetro que recorría.
-Definitivamente, creo que no te gustan mis vestidos, nunca me los dejas puestos. Le dijo Celia con picardía.
Gabriel ensancho aún más su sonrisa, estos eran los momentos que hacían que su vida cobrara sentido. Los que pasaba con ella. El ritmo de sus respiraciones aumentó a la vez que la poca ropa que les quedaba caía al suelo.
Al final se separaron recuperando el aliento poco a poco, ambos lucían una amplía sonrisa y se miraron durante un par de minutos sin poder borrar la felicidad de sus rostros. Celia se apoyó sobre el pecho de Gabriel y cayó dormida. Sin dejar de mirarla Gabriel también se durmió, pensando en ella, pensando en que era lo mejor que tenía.

2 comentarios:

  1. Cuesta creer que este texto haya salido de la mano del señorito Alfredo, con la pinta de cabrón que tú tienes... :)
    ¿Sabes? Me parece que, si has sido capaz de escribir algo así... Es porque tú tambien has sentido que "estos eran los momentos que hacían que su vida cobrara sentido. Los que pasaba con ella".
    ¿Quién lo diría, conociendote solo a simple vista?
    En el fondo eres una caja de sorpresas.

    <3

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  2. No te engañes, sigo siendo un cabrón y jamas reconoceré NADA, pero llevas razón no soy lo que parezco a simple vista, soy peor :)

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