Hoy no publicare algo hecho por mi , he decidido que es hora de que el blog cuente con algo que realmente merece la pena leer :)
Motivos: millones o ninguno y quizás innecesarios. Algo imprescindible: ganas. Impulso: todo y nada, yo, tú, él, ella, nosotros, vosotros y ellos, todos, cualquiera, ninguno y nadie.
Trazo, letra, verso, acordes y canción.
Tiempo, mucho tiempo y miedo, demasiado miedo.
Ya era hora de volver a esta extraña costumbre, ya era hora de recuperar la magia y ya era hora de disfrutar con cada palabra. Exclamación, mayúscula, “por fin”, se cierra exclamación (¡POR FIN!). Y las preguntas son: ¿cómo puedes permitir perder parte de tu identidad?, ¿cómo eres capaz de ver como desaparece algo clave en tu vida y permanecer impasible? ¿Cómo? Y no queda ahí, hay mucho más… Antes no eras capaz de vivir sin ello, lo necesitabas, más que eso, era algo imprescindible. No busques los motivos por los que lo perdiste, puede que conocerlos sea parte de la solución, pero no, no pierdas el tiempo, es más, posiblemente ya los sepas, mejor piensa en por qué te resignaste con tanta facilidad a continuar sin ello. Era una bocanada de aire, el rayo de luz que ilumina la habitación cuando todo está oscuro, el agua al pasar a tu interior cuando estás sediento, ese beso que jamás olvidarás, la hierba donde tumbarse a descansar cuando ya no puedes más, el hombro sobre el que llorar, el oído que te escucha cuando nadie lo hace, fantasías, sueños e ilusión, desengaños y mentiras, pensamientos, sentimientos y emociones, silencio y música, también ruido, calma y agitación, llanto y carcajadas, el altavoz por el cual gritar a los cuatro vientos lo que no te atreves ni a susurrar, momentos de soledad, tu vida reflejada a través de la tinta, directo de la mente al papel, tanto recogido en algo tan insignificante, TANTO. Piensa, te había dado todo cuando no tenías nada, te ayudó a unirte a lo más grande que tienes ahora mismo, con tan sólo escribir, tu mundo se ordenaba, era cordura a través de la locura, testigo de momentos camuflados entre historias que necesitaban ser contadas… ¿Te acuerdas? ¿Lo recuerdas?, la sensación de libertad al decir todo lo que pasaba por tu mente, el librarte de encrucijadas de pensamientos, de nudos de conciencia y de batallas entre razón y corazón, realmente no solucionabas nada, pero creabas, y entre crear y creer tan solo hay una letra de diferencia. Te hacía soltar toda esa rabia, ese mal humor y plasmar esa felicidad, exteriorizar tu miedo y provocaba que creyeras en ti, que confiaras en que quizás nada es imposible y que si lo es no hay porque preocuparse, te aportaba esa inyección de adrenalina, te hacía darte cuenta de que los problemas tienen solución y si no es así no merece la pena llevarse malos ratos, que la vida es un ir y venir de continuos cambios y no siempre para bien, pero que hay que cogerlos de frente, sin miedo. Por momentos te dotaba de ese optimismo del cual por naturaleza careces.
Cosa de brujas, terapia para los instantes más complicados, siempre había un rato para dedicarle a la palabra, SIEMPRE, porque era algo tuyo, algo sincero y auténtico, algo poderoso. No te gustaba que nadie lo leyera pero ¿qué me dices de las veces que sentías que alguien tenía que leerlo? ¿No te hacía sentir unido a esa persona con un vínculo más que fuerte? ¿No recuerdas el motivo por el cual unos pocos, por no decir un par de privilegiados o todo lo contrario eran los únicos que conocían todo ese montón de letras sin sentido recogidas en cuatro papeles? ¿Entonces? ¿Por qué?
Jamás te faltó inspiración, lo sabes, nunca te ha abandonado, fuiste tú quien apagaba cada atisbo de creatividad, quien fundía cada destello de improvisación, quien poco a poco dejaba de lado este mundo por desinterés y dejadez, quien tiraba la toalla al ver que le costaba más de lo normal transformar sus pensamientos en gotas de tinta. Carecías y probablemente careces de perseverancia y de paciencia, me gustaría que fueras consciente de las historias que se han perdido, que han quedado resignadas a nada, a ser como una ráfaga de viento que pasa, pero que no queda. No te lamentes, sé que nunca has querido apartarte de todo esto, tómalo como una lección a aplicar en campos mucho más importantes que lo que nos concierne en estas líneas, extrae la moraleja de todo esto e intenta extrapolarlo a la vida real, empieza otra vez como si nada hubiera pasado, borrón y cuenta nueva y a recuperar el tiempo perdido.
Llegados a este punto, no tengo nada más que decir, me alegro de que hayas vuelto, ojalá dure para mucho y no pase como pasó antes de llegar a esto, pero recuerda, la vida son cambios constantes y continuos y contradicciones, contradicciones en cada esquina, intenta no perderlo, siempre ha estado en ti, siente orgullo por ello, puede que muchos no lo entiendan jamás, pero ahí reside su encanto, tú sí.
Ánimo, confianza y suerte.
Fdo: tú yo perdido que se abre camino hacia el lugar del cual nunca debería haber salido.
GRINAIS!
jueves, 29 de septiembre de 2011
sábado, 17 de septiembre de 2011
Colapso
Colapso, cuando todo cambia, tus esquemas rotos en el suelo son pisoteados, tu vida da bandazos de un lado a otro como un mísero borracho. Ya no tienes el control, no hay nadie al volante y eso se traduce en ese caos que te rodea. Lamentablemente esta situación no es nueva para mi , pero quizás no sea mala del todo, en tu vida hay veces que son necesarios los cambios, veces que necesitas expulsar el gas sobrante antes de explotar, antes de volar por los aires arrastrando a las personas que quieres. Si, es necesario, pero hay cambios que no se pueden tolerar, cambios que no estoy dispuesto a permitir y no me importa tragarme el orgullo, siempre he dicho que no me preocupa lo que dicen los demás, ha llegado la hora de ponerlo en práctica.
Haré una confesión, soy un hipócrita, lo sé , toda mi vida hablando de la inutilidad de pensar, siempre con la misma cantinela “actúa , no pienses”. Siempre engañándome a mi mismo, no es porque no lo he intentado, dios, ojala fuera tan sencillo, dejar de pensar por un momento y empezar a tomar el control, comenzar a tomar decisiones, esa pequeña fuerza que te separa de saltar por el abismo, la decisión correcta.
¿Y qué he hecho?, pensar demasiado. Bueno más que pensar equivocarme, estar tan ocupado con mi estúpido mundo que no he visto lo que se avecinaba y otra vez en la misma situación, sentado al borde del precipicio, ese amigo que te conoce, que sabe cuales son tus puntos débiles, que hará lo que sea necesario para llevarte con él y al que no conseguirás detener a menos que comiences a tomar las decisiones correctas de una vez.
Joder, otra vez el mismo problema, estos últimos cuatro meses he cambiado, no sé si para bien , para mal o demasiado. Simplemente he cambiado, a mi me gusta pensar que he madurado, que ya no soy ese estúpido con mente de niño, me gusta pensar que ahora soy un adulto con corazón de niño ya que hay cosas que jamás me gustaría perder. Pero ahora todas mis convicciones se tambalean, acaso un adulto no sería capaz de saber que hacer. Yo sigo perdido, y aún más que antes desde que la luz que iluminaba mi borroso camino ha comenzado a desvanecerse.
Haré una confesión, soy un hipócrita, lo sé , toda mi vida hablando de la inutilidad de pensar, siempre con la misma cantinela “actúa , no pienses”. Siempre engañándome a mi mismo, no es porque no lo he intentado, dios, ojala fuera tan sencillo, dejar de pensar por un momento y empezar a tomar el control, comenzar a tomar decisiones, esa pequeña fuerza que te separa de saltar por el abismo, la decisión correcta.
¿Y qué he hecho?, pensar demasiado. Bueno más que pensar equivocarme, estar tan ocupado con mi estúpido mundo que no he visto lo que se avecinaba y otra vez en la misma situación, sentado al borde del precipicio, ese amigo que te conoce, que sabe cuales son tus puntos débiles, que hará lo que sea necesario para llevarte con él y al que no conseguirás detener a menos que comiences a tomar las decisiones correctas de una vez.
Joder, otra vez el mismo problema, estos últimos cuatro meses he cambiado, no sé si para bien , para mal o demasiado. Simplemente he cambiado, a mi me gusta pensar que he madurado, que ya no soy ese estúpido con mente de niño, me gusta pensar que ahora soy un adulto con corazón de niño ya que hay cosas que jamás me gustaría perder. Pero ahora todas mis convicciones se tambalean, acaso un adulto no sería capaz de saber que hacer. Yo sigo perdido, y aún más que antes desde que la luz que iluminaba mi borroso camino ha comenzado a desvanecerse.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Kiko
-¿No odias ese dolor en el estómago?, cualquiera que hubiera oído a Daniel pensaría que estaba loco, sentado junto a un árbol y con la mirada perdida. Pero prestando un poco de atención y olvidándose de algunos estúpidos prejuicios Daniel no estaba loco, solamente estaba hablando con su mejora amigo, Kiko un cachorro de mastín que había encontrado abandonado hacía un par de meses y con el que había congeniado casi al instante.
-Yo lo odio, cuando me duele así la tripa significa que algo va mal, verás tu eres un perro, no sé si te pasa pero es una sensación horrible. Es como tener un monstruo dentro, algo que te golpea fuerte intentando escapar mientras tu haces todo lo posible para impedírselo.
El perro miro momentáneamente a Daniel con cara de extrañeza, como si no entendiera algo, se sentó junto a su amigo y se le quedo mirando fijamente, como si esperara algo.
-¿Por qué no le dejo escapar?, es lógico, si lo piensas un poco te das cuenta de lo que es eso que tienes dentro, eso es ira. Uno de los peores sentimientos, que te obliga a decir y a hacer cosas que realmente no quieres, por su culpa haces daño a los que quieres, por su culpa te haces daño a ti mismo.
Los ojos de Kiko se encontraron co los de Daniel por un instante, no sabría decir por qué, pero Daniel se dio cuenta de que Kiko sabía lo que era la ira, quizás tuviera algo que ver con el hecho de que arrastrara un poco su pata trasera al caminar, le acarició la cabeza tiernamente y continuó.
-Pero eso no es lo peor, para mi lo peor son los nervios, me impiden hacer nada. Soy incapaz de pensar con un mínimo de lógica, todos mis pensamientos van en la misma dirección, ella olvidadote de mí, no sé Kiko, pero si eso pasara ¿Qué iba a hacer yo?
Una lágrima resbalo por la mejilla de Daniel y golpeó a Kiko en el hocico, este se movió asustado y Daniel rió ante su reacción, rió con ganas, rió olvidándose del mundo por un instante. Mientras el perro le miraba con la cabeza ligeramente ladeada y cara de no entender nada.
-Sabes amigo, en ocasiones me doy cuenta de que no te digo más que tonterías, si entendieras todo, hace tiempo que no me harías ni caso.
Daniel sonrió acariciando al perro que movía la cola contento, ladró un par de veces y salto a los brazos de Daniel para ver los dos juntos la puesta de sol, como llevaban haciendo dos meses.
-Yo lo odio, cuando me duele así la tripa significa que algo va mal, verás tu eres un perro, no sé si te pasa pero es una sensación horrible. Es como tener un monstruo dentro, algo que te golpea fuerte intentando escapar mientras tu haces todo lo posible para impedírselo.
El perro miro momentáneamente a Daniel con cara de extrañeza, como si no entendiera algo, se sentó junto a su amigo y se le quedo mirando fijamente, como si esperara algo.
-¿Por qué no le dejo escapar?, es lógico, si lo piensas un poco te das cuenta de lo que es eso que tienes dentro, eso es ira. Uno de los peores sentimientos, que te obliga a decir y a hacer cosas que realmente no quieres, por su culpa haces daño a los que quieres, por su culpa te haces daño a ti mismo.
Los ojos de Kiko se encontraron co los de Daniel por un instante, no sabría decir por qué, pero Daniel se dio cuenta de que Kiko sabía lo que era la ira, quizás tuviera algo que ver con el hecho de que arrastrara un poco su pata trasera al caminar, le acarició la cabeza tiernamente y continuó.
-Pero eso no es lo peor, para mi lo peor son los nervios, me impiden hacer nada. Soy incapaz de pensar con un mínimo de lógica, todos mis pensamientos van en la misma dirección, ella olvidadote de mí, no sé Kiko, pero si eso pasara ¿Qué iba a hacer yo?
Una lágrima resbalo por la mejilla de Daniel y golpeó a Kiko en el hocico, este se movió asustado y Daniel rió ante su reacción, rió con ganas, rió olvidándose del mundo por un instante. Mientras el perro le miraba con la cabeza ligeramente ladeada y cara de no entender nada.
-Sabes amigo, en ocasiones me doy cuenta de que no te digo más que tonterías, si entendieras todo, hace tiempo que no me harías ni caso.
Daniel sonrió acariciando al perro que movía la cola contento, ladró un par de veces y salto a los brazos de Daniel para ver los dos juntos la puesta de sol, como llevaban haciendo dos meses.
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