Todo es efímero, como una calada de amor en tu ventana. La suave brisa acuna tu pelo mientras la ceniza se esparce al viento, cargada de deseo, teñida de la impotencia que otorga lo imposible. Huye, cobarde ante el miedo. Desaparece entre las luces de la silenciosa ciudad escondiéndose en la noche, temerosa, temblando de terror y locura al contemplar la grandeza de un mundo que nunca entendió la felicidad.
Gira la rueda. Acompañada por la famélica luz de las estrellas, distante, fría, incapaz de calentar un corazón destrozado por el tiempo y su vaivén. Gira sin preocupaciones, como una obsesión macabra e imperturbable, solo gira. Es el sonido de engranajes, su chirrido infernal que acompaña mi paso, cada crujido de sus ruedas dentadas carga otro error en los hombros del coloso que sueña con ser niño.
Una lágrima se niega a salir, permanece anclada al puente de la mirada. Contemplando la inmensidad que, amenazante, la acoge en su inexorable caída. Resbala por la piel, calcinando cada poro que lucha por respirar otro segundo. Es solo otro lazo que tiende un puente a la locura, es simplemente una forma de llenar el vacío de incomprensión que deja la vida a su paso.
Nada importa, mas el paso de las horas y su cadencia, monótona y melodramática, marca el compás de otro corazón solitario que pasa cada latido despierto, incapaz de conciliar el sueño, incapaz de afrontar la pesadilla en la que todo desaparece, incapaz de afrontar la pérdida del recuerdo de tu rostro.
Se nota que echas de menos a alguien. Llora todo lo que quieras, pero tranquilo, pronto volveré :D
ResponderEliminarUn poco, pero tiene pinta amor mío, de que no nos vamos a ver en muuuuucho tiempo.
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