A veces solo queda la realidad, someterse al juicio del papel y realizar examen sobre una vida enmarcada en lo efímero. Sobran las palabras cuando tu alma solo sabe ladrar. El rencor corroe la esencia, perfumando el oxígeno del suave olor del miedo. Detiene el paso de cada instante para anclarte a una silla de alambre que tiembla con la premonición de cada nuevo amanecer.
Un sol teñido del rubor de la sangre alumbra tu torpe caminar, anuncia cada vaivén de quejumbrosas sandalias. Pasos bañados en el sudor del camino, bañados en la polvareda que levantan tus ansias de vivir. Arrecia la tormenta de arena que dejaste a tu paso, golpeando en el techo de mi ruinoso sombrero. Mi sombrero, compañero de senda, roído por los parches se aferra a mi cabello por su temor a las alturas. Se aferra con garras oxidadas que perforan mi cráneo, trepana mi cabeza con su ala afilada y deja que se cuelen las pesadillas en mi intranquilo dormitar. La sombra de mi sombrero cobija bajo su ruidoso acunar a las quimeras de mis sueños.
Mientras camino, aún erguido a pesar del peso de los recuerdos, una vieja luna amenaza con alunizar en tu ventana. Lamenta que las musas no la visiten, que huyeran todas, junto a ti, a la cárcel sin barrotes que llamas amor.
jueves, 20 de septiembre de 2012
martes, 11 de septiembre de 2012
Efímero
Todo es efímero, como una calada de amor en tu ventana. La suave brisa acuna tu pelo mientras la ceniza se esparce al viento, cargada de deseo, teñida de la impotencia que otorga lo imposible. Huye, cobarde ante el miedo. Desaparece entre las luces de la silenciosa ciudad escondiéndose en la noche, temerosa, temblando de terror y locura al contemplar la grandeza de un mundo que nunca entendió la felicidad.
Gira la rueda. Acompañada por la famélica luz de las estrellas, distante, fría, incapaz de calentar un corazón destrozado por el tiempo y su vaivén. Gira sin preocupaciones, como una obsesión macabra e imperturbable, solo gira. Es el sonido de engranajes, su chirrido infernal que acompaña mi paso, cada crujido de sus ruedas dentadas carga otro error en los hombros del coloso que sueña con ser niño.
Una lágrima se niega a salir, permanece anclada al puente de la mirada. Contemplando la inmensidad que, amenazante, la acoge en su inexorable caída. Resbala por la piel, calcinando cada poro que lucha por respirar otro segundo. Es solo otro lazo que tiende un puente a la locura, es simplemente una forma de llenar el vacío de incomprensión que deja la vida a su paso.
Nada importa, mas el paso de las horas y su cadencia, monótona y melodramática, marca el compás de otro corazón solitario que pasa cada latido despierto, incapaz de conciliar el sueño, incapaz de afrontar la pesadilla en la que todo desaparece, incapaz de afrontar la pérdida del recuerdo de tu rostro.
Gira la rueda. Acompañada por la famélica luz de las estrellas, distante, fría, incapaz de calentar un corazón destrozado por el tiempo y su vaivén. Gira sin preocupaciones, como una obsesión macabra e imperturbable, solo gira. Es el sonido de engranajes, su chirrido infernal que acompaña mi paso, cada crujido de sus ruedas dentadas carga otro error en los hombros del coloso que sueña con ser niño.
Una lágrima se niega a salir, permanece anclada al puente de la mirada. Contemplando la inmensidad que, amenazante, la acoge en su inexorable caída. Resbala por la piel, calcinando cada poro que lucha por respirar otro segundo. Es solo otro lazo que tiende un puente a la locura, es simplemente una forma de llenar el vacío de incomprensión que deja la vida a su paso.
Nada importa, mas el paso de las horas y su cadencia, monótona y melodramática, marca el compás de otro corazón solitario que pasa cada latido despierto, incapaz de conciliar el sueño, incapaz de afrontar la pesadilla en la que todo desaparece, incapaz de afrontar la pérdida del recuerdo de tu rostro.
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