miércoles, 22 de enero de 2014

Metralla

Solo media sonrisa,
en una cara destrozada,
solo media sonrisa
hendida por metralla.

Atruena en tu mente,
el eco de una carcajada,
ese fardo en tu espalda,
que desgarra tu alma.

Caen lágrimas como lluvia,
desbordantes, en cascada.
Caen lágrimas,
hiriendo como metralla.

Olvidas tu recuerdo
y solo clamas venganza.
Vendetta sin destino,
solo un grito hacia la nada.

No toda la tinta
se impregna de tu esencia,
en tu pluma se esfuman
los restos de tu cordura.

Y al final caerá,
con su manto de oscuridad.
Caerá la noche,
cubriendo todo sin piedad.

Cuando desaparezcas,
cuando llegue el alba.
Solo quedará un cadáver,
desgarrado por la metralla.

martes, 21 de enero de 2014

Fuego en la trinchera


La cadencia suave de los disparos acuna tu pensamiento, adormeciendo tu cerebro con cada impacto. Cada bala atraviesa una emoción, dejando tras de si un reguero de sangre, un pequeño fantasma que se filtra en tu alma. Empapando cada poro de tu piel con el recuerdo de un sabor, una sensación, una imagen que quema como el fuego de napalm.

Quién eres. Te preguntas cuando en el vacío de tu cráneo solo queda pólvora quemada. Una carcasa vacía que no conoce fin, ni destino, ni motivación. Olvidaste cual era tu meta, desconoces por qué tus pulmones siguen bombeando oxígeno a tu ser. Tus piernas laxas comienzan un movimiento inconstante, inconsciente, carente de dirección y propósito. Escalas grandes cimas, caes sin remedio en precipicios cuyo fin atenaza tu cuerpo, sumiéndote lentamente en la melodía insonora del olvido.

Pero, que ocurriría si un destello iluminará tu mente, un impacto atronador, como la bala de un obús estallando en mitad de las trincheras. Los muros que construiste entorno a tu ser quiebran, la deflagración derrumba los diques que contienen tu esencia y la tinta que conforma tus recuerdos fluye. Tiñendo de conciencia tu vacua cabeza. Es entonces cuando olvidas que olvidaste, olvidas tu inexistencia.

La vibración irrumpe en tu cuerpo, proporcionando una bocanada de vida a cada fibra de tu ser. Cuando recuerdas el miedo a los disparos recuerdas que tu mayor temor es desaparecer.

En el vacío de mi cráneo un pequeño rescoldo lucha por iluminar los recovecos oscuros de mi ser.