La sonrisa del arlequín,
tímida,
traviesa,
traicionera.
Son los ecos de su risa,
atruenan en mi pecho,
emponzoñan mis latidos.
Bombea mi maltrecho corazón,
abatido.
Con la única esperanza
de tu regreso.
Cada noche anhelo tu abrazo,
mientras en mis sueños
orbitan los demonios.
Fugaces visiones de tus besos
se cuelan en mi colchón.
Recordando una mañana,
recordándonos empapados
en sudor.
Gimen las musas al viento,
abatidas por tus ojos,
mueren envenenadas,
destrozadas por los celos.
Cada segundo cobra peaje
en la autopista de mi deseo,
cada segundo se resiste
a ceder una esperanza.
Quiebran mis nervios
cuando la luz desaparece
y entre mis sábanas
solo habita tu recuerdo.
Esparce el viento tu olor,
una fragancia imperiosa,
que desboca,
que me ahoga.
Son los minutos cadenas,
son las horas mi celda,
es la distancia
mi amarga condena.
domingo, 26 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
Salvemos el tiempo.
Me quema la vida,
al contacto con tus labios.
Late descompasado el tiempo,
acompasado por tus gemidos.
Suena un débil quejido,
por el tiempo.
Que escapa,
que se consume.
Mientras en nuestro colchón
los segundo no se pierden,
se convierten.
En caricias,
besos a bocajarros
y ávidos mordiscos.
Atruena,
es tu respiración en mi nuca.
Cuando mis labios,
devoran tus curvas.
Salvemos juntos el tiempo,
guardemos nuestra pequeña historia,
en forma de recuerdos.
Con el único formato
de miles de besos.
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